En homenaje a las mujeres del campo
Trabajaban a destajo poniendo bolsas que ataban con esparto. Las más habilidosas podían ganar sobre 10 pesetas al día colocando alrededor de 1000 unidades.
Estas jóvenes, en su mayoría “casaderas”, podían ir a servir o trabajar en los campos.
Con esta nueva tarea y con el trabajo en los almacenes del envasado del melocotón que también desempeñaban, ahorraban con ilusión para comprarse el ajuar que luego bordaban en épocas más tranquilas.
Estas mujeres, a quienes, en principio y por su condición femenina, se encomendó esta minuciosa labor de perfección y artesanía, fueron, sin saberlo, parte fundamental en el logro de la Marca Melocotón de Calanda.
Enhorabuena, con este ejemplo, a todas las mujeres trabajadoras del mundo rural que siguen hoy haciendo historia.